Fue el presidente que más años gobernó un país sudamericano: lideró Paraguay con mano de hierro por casi 35 años.
Este 3 de febrero se cumplen tres décadas desde que Alfredo Stroessner fue derrocado en un golpe de Estado liderado por su consuegro y hasta entonces mano derecha, Andrés Rodríguez.
Sin embargo, muchos sienten que en Paraguay la sombra del «Stronato» -como se conoce al período entre 1954 y 1989- sigue presente.
Quién fue
Stroessner, hijo de un inmigrante alemán, fue nombrado comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Paraguay en 1951, con solo 39 años.
Se había unido al ejército a los 16 años y en 1947 desempeñó un papel importante en la victoria del Partido Colorado, al que estaba afiliado, durante la guerra civil.
Llegó al poder derrocando al presidente electo Federico Chaves, un militar que mantenía lazos cercanos con el gobierno populista de Juan Domingo Perón en Argentina.
Tras el nombramiento de un presidente provisional, Stroessner fue designado el candidato del Partido Colorado en las elecciones de 1954. No hubo otros contendientes.
Pocos imaginaron que ese militar de apenas 41 años ostentaría el poder por casi tres décadas y media, a fuerza de una brutal represión policial, escuadrones de la muerte y la imposición de la ley marcial.
20.000 personas fueron torturadas y 423 -sobre todo comunistas y sindicalistas- fueron «desaparecidas», según informaría la Comisión Verdad y Justicia de Paraguay en 2008 (año en el que dejó el poder el Partido Colorado, después de 61 años).
Stroessner retuvo el control político disolviendo el Parlamento, prohibiendo los partidos de oposición y purgando al Partido Colorado.
Cada cuatro años realizaba elecciones fraudulentas en las que siempre arrasaba. También modificó la Constitución para que le permitiera la reelección permanente.
Contrabando y latifundios
Pero la base de su poder se sustentó en las prebendas.
Más allá del respaldo financiero que recibió de Estados Unidos -que apoyaba su lucha anticomunista-, su régimen se caracterizó por la corrupción y el reparto de favores entre lo que se conocía como «la trilogía»: el gobierno, el Partido Colorado y las FF.AA.
El contrabando -favorecido geográficamente por la ubicación de Paraguay, entre Brasil, Argentina y Bolivia- se convirtió en una de las principales fuente de ingresos.
Desde alcohol y drogas hasta autos y animales exóticos. Algunos estiman que el volumen del contrabando triplicaba la cifra oficial de exportaciones.
Y Stroessner usaba parte de ese dinero, además de tajadas de las grandes obras de infraestructura -como la represa de Itaipú- y la entrega de tierras, para comprar la lealtad de sus oficiales, muchos de los cuales amasaron enormes fortunas y grandes latifundios.
La concentración de riqueza y de tierra en manos de unos pocos convirtió a Paraguay en el país más desigual del planeta.
Post-Stroessner
Tras ser derrocado en 1989, Stroessner se exilió en Brasil, donde vivió hasta su muerte en 2006, a los 93 años de edad.
Pero las semillas que plantó durante décadas siguieron floreciendo después de su salida del país.
De hecho, cuando falleció, el Partido Colorado seguía en el poder en Paraguay.
Ese reinado histórico recién fue interrumpido en 2008 por el centroizquierdista Fernando Lugo. Pero el exobispo católico sería destituido en 2012 por el Congreso, de mayoría opositora.
Un año más tarde, luego de un gobierno interino del liberal Federico Franco, el Partido Colorado volvería al poder con el empresario Horacio Cartes.
Hoy gobierna su sucesor, el también empresario colorado Mario Abdo, cuyo padre fue secretario privado de Stroessner (lo que ha llevado a sus críticos ha hablar de un «resurgimiento del stronismo»).
Legado
Muchos ven la hegemonía del Partido Colorado como la señal más clara del legado que dejó el Stronato en Paraguay.
Abdo incluso ha elogiado al exhombre fuerte de su país (aunque marcando diferencias con su historial de derechos humanos).
El hecho de que Paraguay nunca juzgó a los máximos responsables de las torturas y muertes durante el stronismo (solo fueron condenados algunos policías y un civil) y recién empezó a identificar a los desaparecidos en 2016, es otra muestra de la influencia que aún mantiene ese régimen.
Así lo señaló en su momento a BBC Mundo el presidente de la Comisión Verdad y Justicia, monseñor Mario Melanio Medina, quien dijo que había una «falta de interés de los gobiernos que han venido después de la dictadura» en buscar la verdad.
Pero quizás el impacto más duradero que ha tenido el stronismo sobre el país es el de la desigualdad, en especial en el reparto de tierras.
Mientras que Paraguay ya no es el país con peor distribución de riqueza del mundo, organizaciones humanitarias como Oxfam y Amnistía Internacional han denunciado que sigue teniendo uno de los índices de concentración de tierra más elevados de América Latina.
El 1,6% de la población es dueña del 80% del suelo, de acuerdo con Oxfam.
Y, según este organismo, el stronismo es directamente responsable: entre 1954 y 1989 se distribuyeron unas 8 millones de hectáreas de forma irregular entre amigos del poder, señala. Eso representa un tercio de los terrenos arables.
Hoy se los sigue conociendo como «tierras malhabidas» y siguen causando choques entre las fuerzas de seguridad y los campesinos e indígenas que reclaman por lo que les fue quitado.
«Enquistada»
Para el economista paraguayo Rubén Ramírez Lezcano, además de la concentración de tierras, otro serio problema que arrastra el país desde el Stronato es la corrupción.
«El modelo (de Stroessner) se sostenía bajo el sistema prebendiario y usaba la corrupción para mantener la estabilidad del poder, y esa es una herencia que todavía no se ha podido resolver».
«Los indicadores internacionales señalan que las instituciones paraguayas todavía tienen un gran problema», le dijo a BBC Mundo.
Según Ramírez Lezcano la corrupción y la impunidad están «enquistadas» en el sistema y siguen siendo una «asignatura pendiente» que el país deberá resolver si quiere algún día obtener el grado de inversión por parte de las evaluadores de riesgo internacionales.
No obstante, el economista se muestra optimista: en el pasado año, 14 funcionarios y exfuncionarios de poder fueron imputados, cuatro fueron procesados y tres fueron detenidos, todos acusados de corrupción.
El dato más interesante: los tres detenidos (un diputado, un exsenador y un exfiscal general) pertenecen al Partido Colorado.
«El Partido Colorado se ha dado cuenta de la importancia de transformarse para seguir siendo opción de gobierno», señaló el experto, quien destacó que los procesos contra los funcionarios fueron «consecuencia de manifestaciones abiertas y espontáneas de la gente».
«Hay un hartazgo social y las manifestaciones callejeras están generando un temor en la clase política»
Fuente: BBC