Desde el Grupo Coordinador de la Paridad Democrática lamentamos profundamente las expresiones de mujeres congresistas contra la incorporación de la paridad en la reforma electoral tratada ayer en el Congreso. Sobre todo de las diputadas que impidieron la aprobación de una disposición que pudo posibilitar que las mujeres ocupen el 50% de las candidaturas en las listas primarias de partidos, movimientos y concertaciones. Con sus repudiables expresiones y sus votos, Jazmín Narváez, Roya Torres, Rocío Vallejos, Del Pilar Medina, Blanca Vargas, Cristina Villalba y Norma Camacho en la Cámara de Diputados, y Georgia Arrúa en la Cámara de Senadores, desconocieron y despreciaron las históricas luchas de las mujeres por la conquista y el ejercicio de sus derechos.
Lo sucedido es indignante porque estas mujeres no habían dudado en aprovecharse de la suma de los esfuerzos de mujeres como Serafina Dávalos y Virginia Corvalán quienes ya en la primera mitad del Siglo 20 pedían la igualdad en la participación política. Intentar ignorar hoy que si están ocupando esas bancas es porque las mujeres no han parado de luchar por la igualdad de las mujeres y el acceso a la participación política solo puede denominarse mezquindad política. Además, la lamentable falta de conciencia, ética y sororidad de estas congresistas hace que sean voceras de argumentaciones tan penosas, planteando meritocracias inexistentes e invisibilizando los múltiples obstáculos que persisten para la plena participación política de las mujeres.
El desprecio que ayer han evidenciado por el esfuerzo de las mujeres, algunas incluso de manera hipócrita como Rocío Vallejos, quien durante su campaña reivindicó la paridad e hizo propaganda con la misma y hoy niega que otras mujeres puedan tener las posibilidades de acceder al poder político, no hace sino convertirlas en complacientes y cómplices del patriarcado misógino, que hoy las celebra pero que mañana puede ser su verdugo, como a diario lo es de cientos de mujeres que trabajan denodadamente por alcanzar espacios de decisión.
Esperamos que nuestras congéneres congresistas recapaciten en algún momento y comprendan que su presencia ahí no las convierte en mejores que nadie sino solo en “muestras” que el pensamiento machista utiliza, y que es necesario que muchas más mujeres estén en esos espacios para producir la transformación necesaria en las vidas de todas y no solamente en las suyas.
Por otra parte, agradecemos profundamente la posición de las senadoras Lilian Samaniego, Blanca Ovelar y Esperanza Martínez, y los votos de las senadoras que las acompañaron, así como de las diputadas que lucharon por la aprobación de la medida y brindaron su voto favorable, como Kattya González, Celeste Amarilla, Marlene Ocampos, Esmérita Sánchez, y María de las Nieves López. Su postura hizo que este tema esté presente, como lo estará cada vez que se debata sobre sistemas electorales.
Decimos finalmente, que la paridad será una realidad tarde o temprano en nuestro país, como lo fue el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres en 1961 y esperamos que más adelante sirva para colocar a mujeres con conciencia de género en los espacios de decisión, para que podamos tener las políticas públicas necesarias para que las mujeres ejerzamos plenamente todos nuestros derechos.
Grupo Impulsor de la Paridad Democrática
Abril de 2019