En el marco de la Cumbre de Líderes del G20, que se llevó a cabo los días 18 y 19 de noviembre de 2024, en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, con los líderes de los 19 países miembros, con la Unión Africana y la Unión Europea, se relevó el compromiso de revitalizar y fortalecer el sistema multilateral en el seno de Naciones Unidas, basado en la Carta de las Naciones Unidas y acorde a los desafíos del siglo XXI, comprometiéndose a fortalecer el Consejo Económico y Social (ECOSOC) y su sinergia con otras agencias de la ONU para alcanzar los ODS. Asimismo, el G20 se compromete con el éxito de la FfD4 en Sevilla 2025.
Puntos temáticos:
- El G20 reconoce que se necesitan soluciones para países de ingreso medio y bajo, así como su rol en revertir el escaso logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). También reconoce que existen países que afrontan mayores vulnerabilidades y requieren liquidez en el corto plazo, llamando al FMI y al BM a tomar medidas con un enfoque específico por país y reportar resultados el próximo año. No obstante, también debe abordarse la crisis de deuda más allá de las presiones de liquidez de corto plazo. Lamentablemente, se continúa apoyando el Marco Común de tratamiento de la Deuda a pesar de su fracaso y la Mesa Redonda de Deuda Soberana a pesar de no ser inclusiva y estar centrada en los acreedores. El G20 Brasil deja al G20 Sudáfrica el siguiente desafío en la agenda económica global: la crisis de deuda.
- Se reconoció el esfuerzo global en materia de recanalización voluntaria de los DEG a través de los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD), no sin antes hacer un llamado para respetar su estatus de activo de reserva, limitando así su potencial. Tampoco se hizo referencia a nuevas emisiones, sino solo a la recanalización voluntaria que resulta en más deuda hacia países en desarrollo.
- El G20 plantea acelerar la reforma de la arquitectura financiera internacional, convocando a explorar hacia una mayor transparencia de las agencias de riesgo crediticio y sus calificaciones, así como mayor transparencia en la deuda. También busca una mayor representación de las voces del sur en los BMD y en las Instituciones Financieras Internacionales (IFIS). Al respecto, hace mención a una revisión de cuotas en el FMI para reflejar los aportes efectivos de los países del sur protegiendo a la vez las cuotas de los países más pobres, esperando una propuesta de nueva fórmula para junio de 2025, en la 17va revisión general de cuotas. Sin embargo, falta marcar un cambio en el business as usual y eliminar el de-risking de proyectos públicos que promueven los BMD en el marco de la Hoja de Ruta del G20.
- Los líderes del G20 dicen que esperan un resultado exitoso respecto a las negociaciones sobre la nueva meta de financiamiento climático que se debe fijar en la COP29 en Baku, Azerbayian, pero su declaración final no refleja el tipo de resultado ambicioso que el Sur Global espera. En lugar de garantizar la provisión de un financiamiento climático público, accesible y libre de deuda (donaciones y no préstamos) para adaptación, daños y pérdidas y para alcanzar una transición energética justa. Están promoviendo una mayor participación del sector privado y más falsas soluciones, sin reconocer que los países que son los históricos deudores climáticos tienen que pagar por la crisis que han generado y que siguen alimentando.
- El G20 se compromete a resolver los problemas sociales, económicos y ambientales desde la misma matriz que les dio origen. Las reformas fiscales internas de “varios países del G20” que menciona la declaración no son representativas de las demandadas reformas que se han mencionado en la Convención Fiscal de las Naciones Unidas sobre cooperación en materia tributaria.
- La soberanía fiscal como concepto que habilita mecanismos de mejora en los ingresos públicos queda como una simple proclama en la declaración. La utilización de jurisdicciones de baja o nula tributación, que fueron y son montadas por los países centrales, es una amenaza permanente a esa soberanía. Los países del G7 son responsables de la existencia de los paraísos fiscales sobre los cuales descansan las estructuras de evasión y elusión fiscal.
- Se busca un impuesto a los “altos patrimonios” a nivel global para resolver la fragilidad de la real movilización de recursos genuinos. Pero se sigue alentando al MI BEPS (de OCDE) a considerar avanzar con este trabajo cooperando en temas relacionados sobre prácticas fiscales nocivas y otros mecanismos antielusión como parte de un paquete temático para lograr efectivas prácticas fiscales progresivas.
- Nuestra región, América Latina, con una población de 663 millones de personas, tiene más de 180 millones que no cuentan con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas, al mismo tiempo que solo 121 personas cuentan con una riqueza mayor o igual a mil millones de dólares. Riqueza que no está en nuestra región sino en las guaridas fiscales controladas por miembros del G7. No todos los países de la región se beneficiarían de un potencial impuesto a los superricos.
- La falta de menciones al rol y a la participación de la sociedad civil es preocupante. Las organizaciones sociales movilizadas son un eje central en la articulación de agendas y seguimiento de los procesos en los diferentes foros. La convención fiscal de NNUU es un ejemplo claro ya que surgió como posibilidad luego del trabajo de cientos de organizaciones sociales que lograron incidir en los gobiernos africanos. Lo mismo ocurre en LAC con el proceso PTLAC.
- A pesar de que la declaración menciona a las mujeres y su compromiso con la reducción de las desigualdades de género, no se explicitan los mecanismos de financiamiento para que los Estados cuenten con los recursos suficientes para garantizar políticas con la cobertura y calidad necesarias. El cumplimiento de la Declaración y Plataforma de Beijing y de los ODS como compromisos globales, así como la instalación de sistemas de cuidados en los países de la región para remover una de las causas más importantes de la desigualdad y superar el rezago de las condiciones de vida de las mujeres exige un compromiso real por parte de los Estados. Se requieren sistemas tributarios justos para financiar políticas públicas y enfrentar los compromisos relacionados con la deuda.
- La OCDE y su Marco Inclusivo no son los caminos para resolver un problema que nace en los países centrales. La apuesta es por la Convención Fiscal de Naciones Unidas que no duplica el trabajo de ningún foro sino que asume como elemento clave la democratización de los debates y la incorporación de agendas, como Derechos Humanos, totalmente invisibilizadas por los países de la OCDE.
- Se subrayó la importancia de abordar las vulnerabilidades relacionadas con la deuda de los países de ingresos bajos, sin embargo, se reafirmó el compromiso con el Marco Común para el tratamiento de las deudas, que se ha caracterizado por una implementación lenta y burocrática, la falta de un enfoque integral y preventivo, la desigualdad en las negociaciones y por la falta de mecanismos vinculantes.
- Se hace mención a ampliar la cooperación al desarrollo, pero no hay compromiso especifico respecto a la meta del 0,7%. En lugar de ello, se plantea desbloquear recursos por medio de los BMD y el uso de instrumentos y mecanismos financieros innovadores, como el “blended finance” o financiamiento combinado, que significa atraer a la inversión privada a costa de lo público.
Fuente: Latindadd