Conversatorio realizado el 23/08/23 en el marco de una serie de temas de análisis.
Iniciativa de Decidamos, CEPAG, Serpaj-PY y Global Infancia.
Con Verónica Serafini
¿Cómo hacer para abordar desigualdades en tan poco tiempo existiendo tantas?
Podría ser interesante más que discutir las desigualdades, plantear algunos nudos estructurales que constituyen obstáculos para el objetivo de reducir las desigualdades. Existen algunos factores políticos y económicos que son anteriores, que están en el debate pero debiéramos discutirlos mucho más, y sobre todo generar mayor información, mayor investigación sobre estos temas.
Revisando el contexto de la situación actual relacionando con las condiciones demográficas, las condiciones sociales, políticas y económicas que nos condicionan un poco en la reducción de las desigualdades; de acuerdo al último anuncio del INE tenemos una caída importante de la tasa de fecundidad con lo cual estamos avanzando más rápido hacia el envejecimiento y por supuesto la pérdida de las ventajas del bono demográfico; que de hecho ya no tenemos un bono demográfico en el sector rural desde hace unos cinco años.
Esta situación ya nos pone frente al gran desafío del endeudamiento: ¿quién va a pagar la deuda? ¿cuándo se va a pagar? ¿cómo se va a pagar la seguridad social? Nuestra seguridad social tiene carácter solidario. Parte de la sostenibilidad es que quienes cobran hoy pueden hacerlo porque hay una base amplia, que está pagando y aportando. Nos pone en perspectiva el rol del sistema educativo, porque si tenemos que pagar la deuda y tenemos que hacer sostenible la deuda y la seguridad social, necesitamos trabajadores y trabajadoras productivas; por lo tanto hoy tenemos que estar invirtiendo en salud y educación para generar capital humano.
Para pensar en la seguridad social tenemos que pensar como mínimo a 50 años, pero lo ideal es pensar y planificar a 75 años para que alguien que nazca hoy, ya esté teniendo un sistema de seguridad social que lo va a respaldar hasta el fin del ciclo de vida económico, que es alrededor de los 75 a 80 años, aunque alguien que nace hoy probablemente va a vivir como mínimo cinco años más de lo que hoy vivimos. Cuando vemos vencimiento de los bonos y la tasa de fecundidad, los grandes vencimientos de bonos coinciden cuando ya dejamos de tener bono demográfico con el censo anterior. Aquí tenemos el gran desafío de invertir hoy en educación para que se pueda producir, porque la deuda se tiene que pagar en algún momento con impuestos, con trabajadores.
Si miramos 20 años atrás a pesar de todos los avances que tuvimos, tenemos que hacer mucho más esfuerzo del que hicimos. Entre el 2000 y 2022, en el período del boom económico, mejoramos los indicadores de desarrollo, pero nos mantuvimos siempre en entre los siete países de menor nivel de desarrollo en la región.No pudimos llegar al promedio latinoamericano, tampoco al promedio del Mercosur y mucho menos al promedio de los países que están ubicados a la cabeza, que generalmente dependiendo del indicador, son Chile Argentina Costa Rica y Uruguay. Esto nos muestra que a pesar de todos nuestros avances durante dos décadas, avanzamos pero a la par de los países de menor nivel de desarrollo y nos quedamos ahí.
En términos del modelo económico y el crecimiento económico, pasamos de un ingreso nacional per cápita a inicios de la década de 1.330 dólares a 5000 dólares, lo cual nos posicionó como país de ingreso medio alto, según el Banco Mundial. Pero por otra parte, aumentó el índice de feminidad de la pobreza a la par del aumento del PIB, lo que significa que el crecimiento económico benefició mucho más a los hombres que las mujeres.
En estos 20 años también nos estancamos en nuestro modelo económico, prácticamente no modificamos nuestra estructura productiva y seguimos dependiendo de factores exógenos como el clima y la demanda internacional, porque hasta las exportaciones de electricidad dependen del clima, cuando baja mucho el nivel del agua vendemos menos energía eléctrica.
Entre de 2020 y 2021 prácticamente no hubo avance en la industrialización o exportaciones de mayor valor agregado. Esta infraestructura productiva basada en poco valor agregado nos deja muy vulnerables frente a la crisis climática, un factor que no considerábamos hasta hace cinco años en nuestros debates. Fue el factor que tampoco permitió que hoy tuviéramos calidad de empleo porque es un modelo que no genera empleos de calidad al ritmo que necesitaba el bono demográfico, que ya empezamos a bajar.
El otro factor de vulnerabilidad es que nuestros países de destino están concentrados en pocos países y el gobierno actual está mostrando una tendencia de salirse de mercados de mejor calidad como los europeos para ir a mercados que no incorporan estándares de calidad, ni ambientales, ni laborales. Este ha sido un debate que se dio en paralelo al nuevo convenio entre el Mercosur y la Unión Europea.
En cuanto al factor empleo, el empleo que más creció en los últimos años fue el de la construcción que casi duplicó su crecimiento, pero a la vez es la rama más informalizada. Si nuestra tasa de informalidad es del 65%, en las construcciones es del 85%. Prácticamente cualquier trabajador en el sector de la construcción es informal, no tiene seguridad social siendo un trabajador que permanece, que su trayectoria laboral inicia y termina en el sector. ¿Por qué no deberían tener IPS moviéndose de una empresa constructora a otra?
No es el caso de las mujeres trabajadoras domésticas en las que sí hay mayores rupturas en la seguridad social. Son mujeres que entran al mercado laboral de jóvenes, cuando empiezan a tener hijos salen y cuando son más adultas se van a la Argentina, trabajan unos meses y vuelven otra vez. Ahí es más complicado de enfrentar esas entradas y salidas pero el marco jurídico actual de la seguridad social no impide que todos los trabajadores de la construcción estén dentro desde los 18 años hasta los 65 y se puedan jubilar, sin embargo, contradictoriamente, son los más informalizados.
El otro sector que creció es el de Finanzas en la parte de servicios, pero es un sector muy pequeño, es formalizado, tiene calidad pero es muy reducido en contraste con otras ramas. Otro sector que creció bastante y es sumamente vulnerable son los servicios comunales, sociales, y personales, que es donde están, por ejemplo, las trabajadoras domésticas.
El empleo es un factor de reducción de desigualdades porque cuanto mayor educación hay, mayor acceso a seguridad social y eso permite igualar la protección social que es justamente una de las políticas que cuando está bien diseñada, contribuye más a la reducción de las desigualdades.
Cuando hablamos de desigualdades, hablamos de muchos tipos. En el siguiente cuadro podemos observar los desafíos divididos en dos grupos. El primer grupo de la izquierda corresponde a desafíos básicos que tienen la característica de que sus indicadores afectan de manera directa a las personas, por ejemplo universalizar coberturas de salud y educación, reducir la morbimortalidad, mejorar la calidad de vida, hogares con acceso a energía eléctrica y agua potable, empleos con seguridad social, etc. Los desafíos de la derecha son más complejos en su medición, pero son medios para lograr todo lo anterior.
En términos de incidencia deberíamos centrarnos en reducir las desigualdades en salud y educación porque nadie va a estar en desacuerdo, mientras que sí va a haber desacuerdo o incluso rechazo al debate sobre cómo hacemos para generar las condiciones para reducir las desigualdades.
Uno de los temas más importantes del fortalecimiento de la institucionalidad económica tiene dos dos aspectos: por un lado el servicio civil y la falta de una carrera de servicio de servicio civil. Hay una fuerte participación de casi el 85% de funcionarios de un partido, sin carrera de servicio civil, por lo tanto muchos de ellos no responden a la ciudadanía y a su compromiso con el servicio civil, sino que a un operador político. Por el otro lado, está la captura corporativa que se da de muchas maneras y una de las más importantes es la participación del sector empresarial en consejos que están dentro del Estado donde se toman decisiones. Si no reformamos esas dos cuestiones, es muy difícil que hagamos políticas públicas que reduzcan las desigualdades.
Otro factor tiene ver con las desigualdades que estamos generando vía las contrataciones públicas. En los últimos años gran parte de los recursos en salud en lugar de quedarse en el sector público, en la provisión pública, fue al sector privado bajo la forma de seguros privados de salud para los funcionarios públicos o de tercerización. Eso va al quintil más rico porque por definición, los funcionarios públicos tienen un nivel promedio más alto de ingresos, tienen mayor educación, por eso también tienen niveles más altos de ingresos y son quienes están recibiendo los beneficios de los seguros públicos.
Las tercerizaciones en salud y en IPS. El IPS está centrado en el empleo formal, es el empleo que capta más trabajo de mayor nivel educativo. Casi todos los asegurados tanto de la caja fiscal como del IPS están en los dos quintiles más elevados de ingresos. Ahí también se configuran desigualdades y de hecho un sistema de salud hospitalocéntrico hace que haya muchos obstáculos para llegar al sistema de salud a quienes no tienen recursos. A las poblaciones en situación de pobreza, dispersa, del sector rural, les es mucho más difícil llegar a diagnosticarse para ir a los servicios hospitalarios. Generalmente se quedan en los niveles de atención local, de ahí surge la relevancia de la Atención Primaria en Salud como puerta de entrada para igualar a todos.
El cuarto factor que genera desigualdad presente y, probablemente futura, es la deuda. Tenemos que preguntarnos dos cosas: en primer lugar ¿a quiénes benefició las construcciones que se hicieron con la deuda?, ¿a qué modelo económico benefició?, ¿generó o no generó empleos? Si vemos los niveles de informalidad, todo ese endeudamiento no generó un valor agregado que permitiera contribuir a mejores niveles de empleo, y por lo tanto, reducciones de la desigualdad de ingreso.
El problema no es solo presente, la otra pregunta que tenemos que hacer es ¿quién va a pagar la deuda? La experiencia es que en el futuro cuando tengamos que decidir cómo pagar y qué pagar, siempre se apela a políticas de ajuste estructural, como en los 80s y 90s, que hoy para darle un tono positivo se llaman políticas de austeridad. Si nuestra estructura tributaria está basada en impuestos indirectos, vamos a tener que pagar la deuda con esta misma estructura tributaria. ¿Quiénes pagan los impuestos indirectos? Pagamos todos por igual, mientras que se benefició un sector con la deuda. Tenemos que pensar en la sostenibilidad de la deuda, como también cual va a ser su impacto en la desigualdad.
Finalmente el pilar de la desigualdad por el lado de los ingresos, es el sistema tributario. Paraguay es uno de los países que históricamente antes y después del pago de impuestos, no se reduce la desigualdad; cuando que el sistema tributario al igual que la protección social son dos de los factores más importantes en la reducción de las desigualdades de todo tipo.
Si uno analiza quiénes compran servicios de seguridad y salud son los niños. Cuando se compran servicios quiere decir que la compra de los niños está pagando impuestos. Afecta desde los niños, las desigualdades etarias, las de género, porque las mujeres son las que administran los recursos en los hogares y cuando hay alto peso de IVA o aumenta el IVA, son ellas las que tienen que equilibrar el presupuesto familiar con más trabajo no remunerado, mayores obstáculos para entrar al mercado laboral. Tenemos todo el tema del cuidado y del trabajo no remunerado como un factor de desigualdad de género.
Si queremos pensar en los factores estructurales que hoy obstaculizan cualquier objetivo de reducción de desigualdades, tenemos al modelo económico que no ha cambiado, la institucionalidad económica que está diseñada para favorecer a determinados sectores que ya está afectando a dónde destinamos la deuda y a dónde destinamos los recursos públicos. La reforma del sistema tributario es un eje central en todo si queremos reducir las las desigualdades.
Paraguay está en un momento crítico en el sentido de la necesidad de cambios estructurales en todo el modelo de salud, el modelo de educación, en el modelo del tributario y económico. Nos encontramos en un punto de inflexión porque tenemos enfrente la reducción del bono demográfico, la crisis climática y el bono de género. Podemos desperdiciar la oportunidad de fortalecernos o aprovechar la oportunidad de sacar ventajas de estas condiciones.