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El sistema actual se basa en una ficción ya que considera a las filiales de las multinacionales como entidades independientes unas de otras. Así, pagan muy bajos impuestos o evaden.
La lucha por la igualdad social y la lucha por la justicia fiscal tienen la misma legitimidad, tanto más cuanto que la segunda condiciona el bienestar de los pueblos. Los megamilonarios y las grandes empresas multinacionales no pagan los impuestos que deberían. Gracias a montajes tramposos y dispositivos como la llamada “optimización fiscal”, las empresas globalizadas, sobre todo aquellas que pertenecen al ramo de la “economía digital”, evaden masiva y escandalosamente sus obligaciones fiscales. Salvo sus beneficiarios, a nadie le cabe en la cabeza que las empresas que forman el núcleo GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon) hayan pagado en España sólo 29 millones de euros en impuestos cuando facturan por cientos y cientos de millones.
Tanto el FMI como Tax Justice Network calculan que unos 500 mil millones de dólares por año se van por la borda de la evasión fiscal. El economista francés Gabriel Zucman, conocido por sus trabajos sobre las desigualdades sociales y los paraísos fiscales, estima que el 40% de los beneficios de las empresas multinacionales son transferidos a los paraísos fiscales. Esa transferencia ilícita organizada por las multinacionales priva a los países miembros de la Unión Europea de una suma que oscila entre 50 y 70 mil millones de dólares anuales en concepto de impuestos. Peor aún, en Estados Unidos, ”60 de las 500 empresas más importantes, por ejemplo, Amazon, Netflix o General Motors, no pagaron ningún impuesto en 2018 pese a un beneficio acumulado de 79 mil millones de dólares” (José Antonio Ocampo, Economista y presidente del ICRICT, Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional).
Esta Comisión está integrada por unas 15 personalidades entre las cuales se encuentran el economista Thomas Piketty (autor del ensayo El Capital en el Siglo XX), el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, la especialista en economía de desarrollo Jayati Ghosh, o el economista Ricardo Martner (ex jefe de la Unidad de Asuntos Fiscales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), La ICRICT se propone alentar un debate para una reforma substancial del sistema internacional aplicado a los impuestos de las empresas. Es una clave fundamental para el desarrollo y la igualdad. Como lo resalta la profesora Jayati Ghosh, ”la arquitectura económica internacional y los patrones asociados de comercio y flujos de capital continúan impulsando la desigualdad”. Con una reunión inicial en 2015 en Nueva York y una primera declaración hecha pública el mismo año en Trento (Italia) la Comisión ha ido tejiendo un sólido programa de acción que cuenta con el respaldo de Oxfam, CCFD-Terre Solidaire y el World Inequality Lab.
La Comisión organizó en París un encuentro con varios de sus miembros bajo el lema “ Impuestos a las multinacionales: ¿Una revolución para mañana ?”. Se trata, en efecto, de una “revolución” a la altura del desfalco descomunal que cometen cada año los mega grupos. Comparemos: en 2017, Facebook pagó en Reino Unido 8,2 millones de euros de impuestos frente a una ganancia de 1,5 mil millones de euros. Amazon abonó, en Europa, 16,5 millones de euros en concepto de impuestos para una cifra global de negocios de 21 mil millones. La ingeniería contable es un antídoto contra el desarrollo y un proveedor de pobreza. La trampa vale también para la Argentina, país donde estos grupos (Netflix, Airbnb, Spotify y otros) escapan a sus obligaciones fiscales porque están radicadas fuera del país.
¿ Cómo se monta el engaño ?. La ICRICT la resume así: «el sistema actual está basado sobre una ficción por cuanto considera a las filiales de las multinacionales como entidades independientes unas de otras. Ello alienta a las multinacionales a crear estructuras complejas de evasión fiscal creando cientos de filiales en países fiscalmente benignos”. En el Viejo Continente hay países miembros de la Unión Europea que se decidan a “aspirar” la base fiscal de sus vecinos. Es el caso de Luxemburgo, de Irlanda, de Bélgica y de la misma Holanda (Suiza también pero no es un miembro de la UE). En Irlanda, la tasa de imposición es muy baja y, además, el país deja exenta de impuestos a la Propiedad Intelectual. Así, las distintas filiales de Google, Starbucks o Apple transfieren sus ganancias a Irlanda y, de allí, las depositan en los paraísos fiscales. Eluden la masa impositiva en los países donde operan, giran el dinero a su “sede” (Irlanda) y de allí los capitales vuelan. ICRICT ha propuesto ya que se aplique un porcentaje mínimo de impuestos para evitar una competencia entre países donde se tributa menos y también que las empresas cumplan con sus obligaciones impositivas como sociedades unitarias (gravamen unitario y distribución global basada en lo que se produce, con qué se produce y lo que se consume in situ).
Esa tasa “única y global” podría ser del 20%
El valor se crea en un lugar, pero el beneficio es trasladado a otro. La fórmula ha permitido transferencias monumentales de recursos fuera de los lugares donde estos fueron producidos. ”Las estrategias de las corporaciones multinacionales para evitar pagar impuestos son un ataque a los derechos humanos”, alega el economista y presidente del ICRICT José Antonio Ocampo. Según la ICRICT, unos 7,6 billones de dólares duermen en los paraísos fiscales, lo que equivale al 10% del PIB mundial. El porcentaje puede subir al 60% en algunos países de América Latina.
La OCDE (Organización de Cooperación y desarrollo económico) viene trabajando desde hace algunos años en una reforma del régimen internacional impositivo para las empresas. Sin embargo, Piketty considera esas discusiones “insuficientes” y defiende más bien la idea de que ese tema pase bajo la tutela de la ONU. Salud, infraestructuras, educación, seguridad, desarrollo, todo depende de la capacidad de un Estado para financiar esos sectores. Stiglitz recordó en la capital francesa que la evasión fiscal “tiene un costo enorme para la sociedad. Si las empresas más ricas del planeta no pagan impuestos les corresponderá entonces a otros respaldar los servicios públicos”.
Cuando más imponente es la evasión, más drástica es la disminución de recursos. Francia ha decidido aplicar un impuesto a los actores de la economía digital, la Tasa GAFA (3%), y otros países le seguirán los pasos. Es sin embargo muy poco comparado con los abismales beneficios que esas multinacionales obtienen y con los que obtendrán mediante el ingreso de esos grupos al sector financiero (Google, Amazon y Facebook). Stiglitz comentó en París que «la mayoría de las empresas estadounidenses son más creativas en soluciones fiscales que en el desarrollo de nuevos productos». Se trata estrictamente de una estafa globalizada al conjunto de las sociedades del mundo. Y hará falta mucha imaginación y movilización social así como coraje estatal para que devuelvan lo que hurtan.
Fuente: Página 12[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]