Por Camilo Filártiga
Tomo prestado el título del ensayo escrito de K. Popper (publicado en los años 40 del siglo pasado) para expresar las amenazas que acechan a la sociedad civil paraguaya en la actualidad.
La sociedad abierta es un concepto introducido por el filósofo francés Henri Bergson (ganador del premio Nóbel de Literatura en 1927) para definir a aquellas sociedades que conviven con gobiernos tolerantes y receptivos a los deseos e inquietudes de la ciudadanía, con sistemas políticos transparentes y flexibles, donde el conocimiento social pertenece e involucra a todos.
En la esencia de las sociedades abiertas priman la libertad de asociación y la construcción conjunta (gobierno-ciudadanía) de proyectos colectivos que mejoren la vida en sociedad. Naturalmente, estos escenarios no son propios de regímenes autoritarios. Rusia, El Salvador, Venezuela, Nicaragua, son solo algunos casos de autocracias donde, en los últimos 5 años, Amnistía Internacional ha reportado hostigamientos violentos y sistemáticos contra las organizaciones no gubernamentales, los tipos van desde: Cancelación de personería jurídica, persecución a referentes civiles, allanamientos ilegales a organizaciones, hasta la “ley de agentes extranjeros” en Rusia, por la cual se registra a las organizaciones locales que reciben financiamiento exterior, para luego criminalizarlas.
En Paraguay, el proceso acelerado hacia una democracia devaluada es una realidad. Facciones políticas, hace tiempo, promueven acciones de debilitamiento de nuestra democracia, entre las principales está la intención deliberada por desmovilizar a la sociedad, imponer un pensamiento dogmático en la educación y el debate público, cuestionar la pertinencia de ciertas disciplinas en la investigación científica, atacar a la cooperación internacional, denostar contra centros de investigación y perseguirlos judicialmente, cercenar o perseguir a quienes se oponen a consentir ciertas prácticas o liderazgos, copar los órganos constitucionales, reducir la deliberación política en el recinto del Congreso, todo esto apoyado en un conglomerado mediático de peso que actúa en redes sociales, prensa escrita, radial, televisiva.
El proyecto de Ley “Que modifica los artículos 3o, 40 y 43 de la Ley N° 1535/99 “De Administración Financiera del Estado” presentado en el Senado, es un paso más en este proceso escalado de deterioro democrático. Además de defectos de forma, una exposición de motivos desordenada e inconexa, la excusa del supuesto “mejor control” de los recursos públicos ejecutados por ciertas ONG, es inocua, ya que, actualmente, existe un sistema de rendición de cuentas ante la Contraloría y Tributación, con formularios específicos, que permiten auditar el uso de los recursos.
El trasfondo real es político e ideológico (en la exposición de motivos se refiere al “colonialismo”) se ataca y se busca castigar a aquellas organizaciones que han tenido posicionamientos públicos críticos sobre ciertos actores políticos (Erico Galeano y otros) haciendo un llamado a combatir la corrupción política manifiesta. ¿Se busca acaso una sociedad mansa?, ¿inmovilizada?, ¿que no moleste al poder de turno?.
Para Habermas la sociedad civil “se compone de asociaciones, organizaciones y movimientos, surgidos en forma más o menos espontánea, que recogen la resonancia que las constelaciones de problemas de la sociedad encuentran en los ámbitos de la vida privada, la condensan y elevándole, por así decir, el volumen o la voz, la trasmiten al espacio de la opinión pública-política”. Esta lógica de interacción es vital para la democracia.
Esta dinámica (Estado-sociedad) ha sido fructífera a lo largo de la transición paraguaya permitiendo al Estado, limitado en sus capacidades, compartir la atención de demandas puntuales con la sociedad civil organizada, que contó para ello, con el inestimable apoyo de la cooperación internacional. Desde procesos de fortalecimiento institucional del Estado, pasando por apoyos concretos en materia de estrategias de prevención de la corrupción, promoción de la transparencia y rendición de cuentas, fortalecimiento de procesos electorales, hasta el apoyo en recursos, equipamiento e infraestructura en materia de salud, educación y empleo públicos, son solo algunos de los ejes de cooperación de la sociedad civil en los años de transición, con apoyo de la cooperación internacional.
El trabajo de la sociedad civil organizada permite profundizar la democracia desde lo procedimental o formal hacia lo sustantivo, dotando a los actores sociales de la capacidad de agencia que los hace ciudadanos con plenos derechos, conscientes de sus obligaciones cívicas y capaces de ir más allá de la defensa de intereses particulares o corporativos.
El proyecto presentado, busca reducir los incentivos a la participación de la sociedad civil organizada e incrementar los controles desde el Estado. El Estado omnipresente y vigilante que describió magistralmente Orwell en 1984 y que amenaza el espíritu de una sociedad abierta, hacia eso vamos.
Fuente: Ultima Hora 21/11/23