Por Verónica Serafini
La política fiscal es el principal instrumento para reducir las desigualdades.
Las desigualdades tienen un fuerte impacto negativo. La evidencia empírica a nivel mundial señala que obstaculizan el crecimiento económico, promueven la inseguridad ciudadana, impiden la cohesión social y generan ineficiencias en las políticas públicas.Las brechas que presenta Paraguay en los ingresos, entre hombres y mujeres, entre quienes hablan castellano, guaraní u otros idiomas, o a nivel territorial –urbano/rural, por departamentos- son, por un lado, el resultado de la ausencia de esfuerzos por reducirlas. Por otro lado, son causas de muchos de los problemas que enfrentamos.
La política fiscal es el principal medio que tiene un Estado para reducir las desigualdades. La redistribución en un rol central e indelegable del Estado; a pesar de eso, la igualdad ha estado ausente en el debate público y no es un objetivo explícito en las políticas.
La política fiscal tiene a su vez dos formas de redistribuir. La primera y más conocida es por la vía del gasto. Esa es la razón por la que en la mayoría de los países se busca garantizar el acceso universal y gratuito a educación y salud. No debe depender del ingreso de las personas la posibilidad de lograr 12 años de estudio y una
vida larga y saludable.
Todas las personas mayores debieran contar con recursos económicos suficientes para no caer en la pobreza una vez que dejan de trabajar o si le dedicaron toda su vida a cuidar y proveer bienestar a las personas, como es el caso de muchas mujeres. Para evitar esta situación se implementan sistemas de protección social que incluyen programas en los que quienes trabajan aportan durante su vida laboral para una jubilación o quienes no trabajaron reciben igualmente una pensión no contributiva.
De esta manera, es posible encontrar muchos ejemplos de políticas que buscan garantizar a todas las personas por igual el ejercicio de sus derechos.
Estas políticas deben financiarse y los impuestos son la fuente genuina de financiamiento de un país. El sistema tributario tiene, además de su rol recaudatorio, el de redistribución. Se espera que con base en un contrato social, quienes más se benefician de los recursos y de la riqueza de un país, sean también quienes aporten más.
Si el sistema tributario no tiene un diseño que garantice el objetivo de reducir las desigualdades tenderá no solo a no cumplir con ese rol y, por el contrario, contribuir a profundizar las brechas o neutralizar el efecto positivo que pudo haberse conseguido con las políticas educativas, de salud o protección social.
El endeudamiento, el otro mecanismo de financiamiento, no puede ser utilizado de manera indefinida porque transferimos a generaciones futuras la responsabilidad del pago.
Fuente: Revista Acción – Junio 2019