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Listas desbloqueadas, abiertas y el dilema de elegir de verdad

Voto-Electrnico
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Por Pablo Noé

¿Saben como me imagino un proceso real de elección de autoridades que me representen? Simple, como cuando vas a cualquier lugar de comida y te entregan el menú. Aunque todas las comidas parezcan apetecibles (en este caso es exactamente lo contrario), siempre existe una serie de factores que determinan la elección. Ya sea por gusto, por precio, por condicionamientos de salud, por nivel de apetito, porque es especialidad de la casa, por la compañía, por la cantidad de comensales, por el motivo de la reunión. Por lo que uno considera es lo más apropiado en el momento, elige lo que desea. Así debería ser el proceso electivo, porque la función de los candidatos será representarnos en la administración del poder.

El escenario en Paraguay es el siguiente:

En apariencia todos los sectores políticos están de acuerdo con eliminar las listas sábanas. Más que por convicción, para darle un caramelito a una ciudadanía que está harta de tantos abusos. Este primer escollo está salvado, pero… ¿cómo hacer para superar los siguientes? Mi visión es extremadamente negativa.

Para comenzar, cuando diferentes grupos buscan la solución a un problema, toman como primer paso diseñar acuerdos mínimos sobre los que comiencen a construir un proyecto en común. Aquí, sin embargo, es todo lo contrario, lo que se intenta es mostrar quien es más fundamentalista en contra de las listas sábana. Pretenden destacar quien tiene mas trayectoria en el asunto, y gritar a todos que su proyecto es el mejor.

Las complicaciones legales (¡oh sorpresa, cuestiones legales entorpeciendo intenciones de la gente!) de cada proyecto desvían la atención de lo importante, que es lo que dijimos al inicio, poder elegir realmente sin que haya engaños en el camino. En este punto pasa lo de siempre, se ponen los bueyes delante del carro, el sistema legal vigente es la barrera, como si el mismo fuera un designio divino. Alguna vez vamos a llegar al punto en que acordemos algo y después vamos a modificar las normas para adecuarlas a nuestras intenciones e intereses. Por ahora eso no ocurre.

Ya sea la apertura de listas, el desbloqueo, el voto preferencial, el doble voto preferencial, sea el método a ser tomado; supongamos, en un escenario ideal, que ya se llegó a un consenso político y eliminamos las listas sábana. El próximo debate es el mecanismo para elegir. Ninguno fue debidamente discutido como para asegurar que será la solución al problema planteado. En una siguiente etapa, si estamos en condiciones prácticas de que la ejecución sea efectiva y eficiente.

Como variable del debate, aquí entra el voto electrónico, que se plantea como la panacea a todos los dramas. Sin perder la cordura, y yendo lentamente, les recuerdo las largas filas para sacar plata del cajero automático, un ejercicio, en apariencia, sencillo. Piensen en aquel ciudadano que con su mejor intención y mayor esfuerzo, desata una feroz batalla contra la tecnología y cuando la logra vencer (si es que lo hace sin pedir ayuda externa) ya el reloj ha transcurrido suficiente, por lo que la paciencia de quienes están esperando, es cada vez más efímera.

Pero ese es el menor de los males. Existen vastos estudios en todo el mundo (ya casi todo está hecho y en cuestiones tecnológicas deberíamos subirnos al vagón de los que van en punta, que no es nuestro caso) que demuestran el altísimo grado de vulnerabilidad de las máquinas de votación electrónicas. Los software siguen sin ofrecer las garantías suficientes para que un proceso electoral sea 100% transparente.

Ahora, otra variante, que las urnas electrónicas emitan una papeleta sellada con la que se garantice que el resultado de cada aparato, pueda ser corroborado físicamente. Esto me hace acordar aquel mito urbano, que cuenta que en un sudamericano en la década de los 70, Brasil y Paraguay igualaron en los resultados finales y las reglas marcaban que el campeón se definiría por el lanzamiento de una moneda. Cuando la misma seguía en el aire, cuentan los memoriosos, que los brasileños salieron a festejar una victoria que jamás pudo ser comprobada, porque la moneda todavía no había caído. ¿Qué va a pasar acá? ya que estamos acostumbrados a festejar elecciones con resultados de boca de urna o de conteo rápido. Entonces, ¿Qué hacemos si el resultado de las urnas difiere al del, extremadamente lento, conteo de las papeletas? Ni quiero imaginar…

Por último en esta serie de razonamientos mi posición más negativa. El sistema de elección no va determinar una mejora en la representatividad, aunque se eliminen las listas sábana. Simple, porque la calidad de los actores políticos es pobre, la impunidad sigue vigente y las instituciones están contaminadas por una corrupción galopante que transforma a soñadores, en actores funcionales a una lógica paradigmática, que se justifica de forma muy sencilla: “así nomas luego es la política”

Volviendo al ejemplo del inicio, el menú es el problema, no solamente el proceso de selección del mismo. También somos parte del caos los comensales, aunque ese es otro tema demasiado profundo.

En síntesis, una transformación real debe ser integral, que traspase el mismo código electoral. Comienza por una revolución profunda y radical en el sistema educativo, que encuentre respuestas a los verdaderos dramas del país. En donde los corruptos paguen sus penas, no solamente con la cárcel sino devolviendo lo robado. En donde elegir sea un proceso racional, más que una cuestión emotiva. En donde se entienda que lo público es de todos y no de unos pocos. En el que se asuma, que acceder a un cargo de representación popular es para mejorar la calidad de vida de todos los paraguayos y no solo de sus entornos.

Se podrán eliminar las sábanas, se podrán desbloquear las listas, pero esa no será la solución definitiva para mejorar la democracia. Más razones a mi favor, cuando vemos que la solución proviene de quienes eternamente fueron beneficiados con este sistema de elección y gestión de gobierno.

Me cuesta mucho decir que no espero nada, de la supuesta apertura de listas, porque sé que es una victoria de la ciudadanía que, honestamente, quiere algo mejor. Aunque tampoco puedo estar callado cuando me parece que nos van a engañar nuevamente, dándonos algo, que no servirá de nada.

Les juro que espero estar equivocado y que por fin hagan algo bueno los parlamentarios. Pero sus antecedentes no me inspiran ninguna confianza.

Fuente: labrujula.wordpress.com

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