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Observación electoral: ojos y oídos de la ciudadanía

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Por Alejandra Barrios Cabrera – Colombia

Existen diferentes tipologías de observación electoral, según su duración, alcance y origen. En cualquier caso, estas deben cumplir con los estándares y buenas prácticas internacionalmente reconocidos, incluyendo la aplicación de metodologías sólidas y técnicamente construidas. Este artículo repasa las principales claves del proceso de observación y las metodologías disponibles para el control de la elección.

Crónica de una elección

Es el viernes anterior a la jornada electoral. El país se despierta con la noticia de que un poco más de 2500 observadores ya están desplegados en todo el país para cubrir las elecciones. Alrededor de 2300 son observadores nacionales, el resto internacionales. También se informa que para estos comicios se llevarán a cabo dos observaciones específicas, una sobre la participación de las poblaciones indígenas, y la otra, sobre la población en situación de discapacidad. Algunos de los más jóvenes miran la noticia con sorpresa y curiosidad; otros, que ya han vivido muchos procesos electorales, la reciben con un aliento de tranquilidad: una vez más el país contará con una observación electoral rigurosa, que podrá contribuir a la confianza en el proceso electoral y sus resultados.

Es común que la ciudadanía identifique a las campañas políticas, candidatos/as y autoridades electorales como los actores principales de un proceso electoral. También, que reconozca como actores menos visibles, pero presentes, a las autoridades de vigilancia y control, y a las fuerzas militares en las diferentes funciones que muchas veces realizan y que van desde el apoyo logístico hasta la seguridad misma del proceso. El papel de la ciudadanía, en cambio, se percibe generalmente como tangencial o secundario.

Los ciudadanos usualmente son mirados desde afuera, como los extras de la función, a pesar de que en últimas son los que toman las decisiones en las urnas y definen los resultados electorales.

Así, los ciudadanos usualmente son mirados desde afuera, como los extras de la función. A pesar de que son los que en últimas toman las decisiones en las urnas y definen los resultados electorales, generalmente son considerados por esos «actores principales» como los receptores de la información y propaganda política; los sujetos de la pedagogía electoral, los pregoneros de las campañas, las barras bravas de las redes sociales. Sin embargo, no siempre es así. La ciudadanía organizada, si así lo decide, puede jugar también un rol clave en los procesos electorales: el de la observación electoral. Esta es una verdad aún lejana para muchos, pero, a partir del trabajo serio, comprometido y persistente de valiosos hombres y mujeres, cada vez va cobrando más fuerza en la región como una realidad ineludible.

¿Qué es la observación electoral?

No hay una sola definición de observación electoral, pero si revisamos las diferentes definiciones aportadas por organizaciones que apoyan o realizan estos ejercicios, podríamos establecer que la observación electoral es el conjunto de acciones y actividades realizadas de manera presencial por un grupo organizado de personas especializadas, extranjeras o nacionales, que a partir de la recolección sistemática, completa y exacta de información sobre un proceso electoral, elaboran análisis imparciales, objetivos y profesionales de la información recabada con el propósito de llegar a una opinión fundamentada sobre la calidad del proceso y el estricto cumplimiento de la legislación electoral.[1]

A partir de esta definición, se puede determinar que, de acuerdo con la nacionalidad de los observadores, existen dos tipos de observación electoral. Según el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales (NDI), la más antigua es la observación electoral internacional, que se remonta al siglo XIX con las elecciones realizadas en 1857 en Moldavia y Valaquia, cuya organización contó con la vigilancia de una comisión integrada por representantes de Austria, Francia, Inglaterra, Prusia, Rusia y Turquía.

Actualmente, existe un número importante de organismos intergubernamentales y organizaciones de la sociedad civil que efectúan observación electoral. En América Latina, lo hacen organismos intergubernamentales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE). Asimismo, organizaciones no gubernamentales con presencia internacional como el Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL-IIDH), el Instituto Nacional Demócrata, la Fundación Internacional para los Sistemas Electorales (IFES), el Centro Carter y el Instituto Internacional Republicano (IRI), entre otros, se han sumado a este esfuerzo.

Por otra parte, organizaciones de la sociedad civil nacionales o locales no partidistas también han tenido un desarrollo importante, incluso a partir de trabajos conjuntos y coordinados a través de alianzas o plataformas de acción colectiva que cumplen con estándares rigurosos para contribuir a la confianza en los procesos electorales que observan.

[…] organizaciones de la sociedad civil nacionales o locales no partidistas también han tenido un desarrollo importante, incluso a partir de trabajos conjuntos y coordinados a través de alianzas o plataformas de acción colectiva que cumplen con estándares rigurosos para contribuir a la confianza en los procesos electorales que observan.

En América Latina, la observación electoral se remonta principalmente a la década de los ochenta, con las transiciones democráticas que se dieron a partir de la finalización de las dictaduras. Estos procesos de apertura democrática no solo contaron con observadores internacionales, sino también, y de manera gradual, con observaciones nacionales no partidarias (OENP) que han ido innovando en metodologías de monitoreo y consolidando sus alcances y credibilidad.

De manera general, se puede afirmar que tanto las observaciones nacionales no partidarias como las observaciones internacionales comparten como objetivos la ampliación, profundización y consolidación de la democracia, la transparencia e integridad electoral y la eliminación de prácticas relacionadas con las anomalías, irregularidades y delitos electorales.

Pero es necesario reconocer y destacar que el despliegue de observaciones electorales nacionales cumple objetivos adicionales a estos. En materia de participación ciudadana, es un ejercicio potente de control al poder político y de acción colectiva, con capacidad crítica, en torno a la promoción de la integridad electoral.

Indiscutiblemente, las OENP tienen unos radios de acción e impactos diferenciados frente a las observaciones internacionales, tales como el fortalecimiento de los procesos de capacitación para la ciudadanía en general, la ampliación de la información y conocimiento de los comportamientos electorales nacionales y subnacionales, la promoción activa de medidas que permitan una mayor inclusión de población tradicionalmente excluida de los procesos de toma de decisiones políticas y, finalmente —y quizás la más importante—, la apropiación de las jornadas electorales por la ciudadanía, que se vuelve un actor relevante en la valoración de sus propias elecciones y en la calidad de su sistema político y electoral.

Ello permite que, una vez finalizados los comicios, la sociedad civil tenga un lugar privilegiado en los debates que se abren sobre reformas políticas y electorales o sobre acciones de mejoras a la organización electoral, sistema de partidos y los sistemas de vigilancia y control, entre otros.

Estándares y buenas prácticas de la observación electoral

Para cumplir con su objetivo y finalidad, se ha reconocido la importancia de que las organizaciones nacionales e internacionales de observación electoral cuenten con declaraciones de principios y códigos de ética y de conducta,[2] que sirvan como parámetro para evaluar su trabajo. A través de estos, tanto las organizaciones como individualmente cada uno de los observadores asumen compromisos específicos relacionados con la neutralidad, independencia y profesionalismo del ejercicio de veeduría que realizan.

A modo de ejemplo, los miembros de la Red de Observación e Integridad Electoral – Acuerdo de Lima (RedOIE) acordaron, junto con las redes de África, Asia, Eurasia, Europa Central y Oriental, el Medio Oriente y África del Norte, la Declaración de Principios Globales para la Observación y Monitoreo No Partidario de Elecciones Realizado por Organizaciones Ciudadanas, suscrita en 2012 en las Naciones Unidas (Declaración de Principios Globales…, 2012).

Con base en esta Declaración, se han desarrollado un conjunto de buenas prácticas en la observación y monitoreo no partidario de las elecciones, que permiten que las organizaciones ciudadanas cumplan con este ejercicio bajo estándares de actuación rigurosos que contribuyen a la confianza ciudadana en los procesos electorales y sus resultados. Entre estas buenas prácticas se destacan las siguientes (Barrios 2020):

  • Independencia e imparcialidad. Las observaciones nacionales no partidarias (OENP) deben ser políticamente neutrales, imparciales respecto de todas las organizaciones políticas y candidaturas, no discriminatorias e independientes del gobierno y de intereses privados. Esto supone que su único interés en los resultados electorales deriva en verificar que estos sean fruto de un proceso auténticamente democrático y sean reportados de manera transparente, exacta y oportuna. Mucho daño ha hecho en países fuera de la región la existencia de observaciones electorales creadas por partidos o gobiernos para procesos electorales específicos, a través de las cuales se busca la legitimación de comicios que no cumplen con los estándares de elecciones libres, periódicas, auténticas y justas. Las OENP deben ser ajenas y refractarias a estas prácticas.
  • Ausencia de conflictos de interés. Las y los ciudadanos que se desempeñen como observadores electorales deben estar libres de cualquier conflicto de interés, sea este político, económico o de cualquier otra índole, que le impida desarrollar sus actividades bajo los principios anteriormente descritos. La independencia de las OENP no se circunscribe al actuar de las organizaciones, sino que requiere el compromiso individual de cada uno de los ciudadanos que participa en el ejercicio. Por esta razón, se recomienda que estos suscriban el Código de Ética y Conducta correspondiente.
  • Transparencia en sus fuentes de financiamiento. Las OENP deben ser transparentes sobre su financiamiento, sin aceptar aquel que provenga de fuentes o prevea condiciones que le impidan manejar sus actividades de una manera imparcial, exacta y oportuna. Las fuentes de financiamiento deben ser públicas.Lo usual es que las fuentes de financiación de las OENP provengan de la cooperación internacional. Sin embargo, hay excepciones como México que, si bien provee recursos del Estado para la observación, estos son manejados a través de organismos internacionales, a fin de evitar cualquier suspicacia de falta de independencia e imparcialidad de las OENP frente las autoridades electorales o el gobierno en ejercicio. México es el único país en América Latina que tiene incorporado en el presupuesto de las autoridades electorales la financiación de la observación electoral local.
  • Coordinación y cooperación con las autoridades estatales, en un marco de autonomía. Las OENP, en lo posible, deben trabajar en cooperación con las autoridades electorales, aunque de forma autónoma, sin obstaculizar los procesos o a los funcionarios electorales, los contendientes o los votantes.Esto supone que privilegien reunirse con entidades electorales y otras autoridades gubernamentales, así como con otros actores interesados en el proceso electoral, para buscar, recibir o difundir información, y ofrecer recomendaciones para mejorar los procesos electorales y políticos.Sin embargo, también es importante reconocer que hay ejercicios de observación electoral que se efectúan en contextos políticos incompatibles con este diálogo, debido a la falta de credibilidad de las autoridades electorales, o cuando las elecciones son mecanismos a través de los que se busca legitimar procesos poco confiables y transparentes.
  • Generación de confianza. Las OENP deben ser actores que generen confianza a través del diálogo plural con todos los actores involucrados en el proceso electoral, sin excepción o privilegio alguno.Lo anterior implica que no se debe limitar o privilegiar el diálogo con uno de los sectores políticos en contienda, sino que este debe ser plural, abierto y transparente en las agendas de trabajo.
  • Información al público. Las OENP deben difundir al público informes, declaraciones y comunicados con regularidad, que sean exactos, imparciales y oportunos, y que presenten observaciones, análisis, hallazgos y, cuando sea apropiado, recomendaciones para mejorar los procesos electorales.Uno de los aspectos más relevantes de este ejercicio es el de la presentación de recomendaciones parciales, de manera particular, cuando se está frente a observaciones de largo plazo, pues estas permiten incidir en el mejoramiento de la organización y el desarrollo de las elecciones.
  • Carácter técnico del ejercicio. Las OENP deben desarrollar su observación electoral a través de ejercicios sistemáticos, procesos técnicos confiables y metodologías validadas y verificables. Este trabajo permite entregar información precisa, objetiva y técnicamente sólida que es fuente creíble de información, tanto para los diferentes actores del proceso electoral como para los medios de comunicación y la ciudadanía. Por ello, las OENP deben diseñar su plan de comunicaciones con la claridad de que no son ni opinadores ni analistas políticos.
  • Formación técnica de los observadores. Las OENP deben contar con procesos internos de formación y capacitación de quienes realizarán la observación electoral en las distintas etapas. Una de las mayores responsabilidades que tienen estas organizaciones es la de que los observadores electorales conozcan el sistema político del país y las reglas que rigen su conformación. De esta forma, las OENP terminan siendo el principal vehículo, por la cercanía que tienen con la ciudadanía, de formación e información respecto de las reglas que rigen un proceso electoral. Asimismo, son uno de los medios más importantes para dotar de agencia a la ciudadanía.

Tipología de la observación electoral

Todo proceso electoral comprende tres etapas: la preelectoral, el día de la jornada electoral y la poselectoral, cada una de ellas con características diferenciadas que se deben tener en cuenta al planear el ejercicio de observación.

Para la observación de la etapa preelectoral resulta indispensable tener en cuenta que el desarrollo adecuado de los procesos electorales no depende únicamente de la correcta planeación logística de las autoridades electorales para el cumplimiento de las distintas etapas, ni de que los diversos actores involucrados se ajusten a las reglas previamente establecidas, sino de identificar los distintos factores de contexto que en una elección específica generan o pueden generar impactos significativos en la garantía de elecciones libres, periódicas y auténticas.

Asimismo, es indispensable establecer canales de comunicación efectivos, que posibiliten un diálogo permanente tanto con las autoridades electorales como con los distintos actores involucrados en el proceso electoral, entre ellos, las organizaciones políticas, organizaciones sociales diversas, la academia, los medios de comunicación y las distintas misiones de observación, nacionales o internacionales, que participen en el proceso electoral.

[…] es indispensable establecer canales de comunicación efectivos, que posibiliten un diálogo permanente tanto con las autoridades electorales como con los distintos actores involucrados en el proceso electoral

Por su parte, la observación del día de la jornada electoral depende de la capacidad de desplegar a observadores y observadoras electorales previamente capacitados y adecuadamente coordinados para la transmisión de información, a fin de que esta sea sistematizada. Dependiendo del alcance y la naturaleza del ejercicio a desarrollarse, se puede contar con observadores de puesto de votación, que dan seguimiento tanto a la apertura como al cierre en un mismo recinto, o itinerantes, que transitan de un puesto a otro y observan asimismo los perímetros que rodean los puestos de votación.

En cuanto a la observación de la etapa poselectoral, el elemento principal a tener en cuenta son las características, según el país en el que se observa, de la etapa de escrutinios o cómputo definitivo de los votos. Al tratarse de una etapa muy sensible, de la que dependen los resultados definitivos, es recomendable que en esta participen observadores con mayor experiencia y conocimiento de las reglas electorales.

El ejercicio de observación requiere de una definición clara de sus alcances y periodo de duración. A partir de ello, se puede optar por una observación electoral:

  1. De largo plazo. Debido a su duración, esta es la observación más exigente, no solamente por los recursos humanos y económicos que implica, sino también por la capacidad técnica que requiere para monitorear las diferentes acciones y actividades comprendidas en el desarrollo de los certámenes electorales. Ello supone la combinación de diferentes metodologías de análisis y la conformación de equipos multidisciplinarios con habilidades específicas. Estas inician usualmente un año antes de las elecciones o con el inicio del calendario electoral. Por la presencia territorial y el despliegue que requieren, este tipo de observación únicamente suele realizarse por algunas observaciones nacionales.Los elementos de contexto referidos, que son necesarios para la observación de la etapa preelectoral, son fundamentales para este tipo de observación. A modo de ejemplo, desde la Misión de Observación Electoral (MOE) se ha avanzado en un análisis de riesgos, que toman en consideración no solo los aspectos puramente electorales, sino el contexto de violencia y conflicto que vive el país (MOE, 2022b).
  2. De corto o mediano plazo. Esta es la más frecuente en las observaciones internacionales. Luego de una avanzada técnica que se lleva a cabo semanas o meses antes de las elecciones, tiene un despliegue más amplio los días previos a la jornada electoral. Su cierre formal queda en cabeza de un equipo técnico más acotado. Al igual que en la observación de largo plazo, su planeación y despliegue dependen en gran medida de los alcances y las características específicas de la observación a realizarse.
  3. Especializada o con enfoques específicos. Se trata de ejercicios más acotados a temas específicos de observación, ya sea de procesos técnicos particulares como la comunicación social en las elecciones o el uso de tecnologías en los comicios, o de temas precisos como puede ser la participación de grupos o sectores sociales históricamente discriminados. En los últimos años, este tipo de observación ha surgido con mayor fuerza, precisamente para dar seguimiento a agendas más específicas que se consideran críticas para la democracia. A modo de ejemplo, distintas observaciones nacionales e internacionales se han enfocado en el análisis de la participación política de las mujeres en los distintos certámenes democráticos (MOE, 2022c). En muchas ocasiones, este tipo de ejercicios se han combinado con la realización de observaciones de largo, mediano o corto plazo, cubriendo, según el caso, distintas etapas del proceso electoral.

La observación electoral clásica, descrita hasta aquí, parte de la lógica de las etapas del proceso electoral y tiene como principal objetivo la verificación del estricto cumplimiento de las reglas electorales y la constatación de que sus resultados corresponden a la voluntad ciudadana.

En un primer momento, el mayor soporte técnico que tenían estas observaciones era la realización del conteo rápido, entendido como un ejercicio estadístico de verificación de resultados por los observadores electorales, a partir de una muestra técnicamente definida, con el propósito de contrastar sus hallazgos con los resultados electorales oficiales.

Posteriormente, dos temas fueron incluidos en esa observación clásica: el monitoreo a los medios de comunicación y a la financiación de las campañas. La veeduría sobre estos dio paso a ejercicios de observación especializados o específicos.

La última generación de observación electoral, en la que estamos ahora, ya no solo se rige por la tradicional separación de la observación en las tres etapas del proceso electoral, sino que incorpora objetivos específicos como los de inclusión, que por sus características requieren del desarrollo de novedosas metodologías.

Como ejemplo de esto, en las últimas elecciones celebradas en Colombia en 2022, la Misión de Observación Electoral Colombia adelantó, además de un ejercicio de observación electoral clásico, dos observaciones con enfoques específicos, a saber, la del ejercicio del derecho al voto de las personas trans (MOE, 2022a) y de personas con discapacidad psicosocial o intelectual (MOE Colombia, 2022), llevadas a cabo con ciudadanas y ciudadanos pertenecientes a estos grupos poblacionales. Esto, bajo la premisa de que una democracia no lo es si todas las personas no tienen la posibilidad real de ejercer su derecho al voto en condiciones de igualdad y libres de toda discriminación.

Conclusiones

En todo caso, la definición del tipo de observación a realizarse depende de la respuesta a las preguntas básicas: ¿qué se quiere observar? y ¿por qué o para qué? A partir de ello se definen las características y el alcance del ejercicio de observación electoral a desarrollarse, el diseño metodológico y el despliegue territorial requeridos.

De ello deriva que los ejercicios de observación electoral pueden ser muy diversos, según la decisión de la organización que la lleve a cabo y los aspectos específicos que se pretendan observar. Pero, en cualquier caso, más allá del alcance o las características de la observación electoral, es indispensable tener en cuenta que se trata del ejercicio de un derecho político, de control social y de participación ciudadana. Por esto es, en sí misma, una acción positiva para la democracia y para el empoderamiento ciudadano, que permite que la ciudadanía se convierta en un actor principal de los procesos electorales, con un rol clave en el fortalecimiento de la democracia.

Referencias bibliográficas

Barrios, A. (2020). Observación electoral: De la participación ciudadana al control político. Bogotá: MOE, CAPEL-IIDH.

Declaración de Principios Globales para la Observación y Monitoreo No Partidario de Elecciones Realizado por Organizaciones Ciudadanas. (2012, abril 3). EODS.

Declaración de Principios para la Observación Internacional de Elecciones y Código de Conducta para Observadores Internacionales de Elecciones. (2005, octubre 27). NDI.

MOE. (2022a). Informe de observación del protocolo de voto trans. Elecciones de Congreso de la República y consultas interpartidistas. 13 de marzo de 2022.

MOE. (2022b). Mapa de riesgo por factores de violencia. Elecciones presidenciales (Corte 13 de mayo del 2022).

MOE. (2022c). Informe preelectoral de la participación de las mujeres en las elecciones presidenciales 2022.

MOE Colombia. (2022). Resultados observación con enfoque en los derechos de las personas con discapacidad.

Páginas web de referencia

https://www.oas.org/es/sap/deco/

https://www.eeas.europa.eu/node/410608_es?s=4512

https://www.iidh.ed.cr/capel/misiones-de-observaci %C3 %B3n

https://www.ndi.org/what-we-do/elections

https://www.iri.org/what-we-do/election-integrity/

https://www.cartercenter.org/peace/democracy/index.html

https://www.ifes.org/

Notas

[1] Definición propia, basada en las propuestas por idea Internacional, la OEA y el CAPEL-IIDH.

[2] Declaración de Principios para la Observación Internacional de Elecciones y Código de Conducta para Observadores Internacionales de Elecciones. Acordada el 27 de octubre de 2005 en el marco de la ONU, entre otras, por la Asamblea Parlamentaria de la Unión Africana, el Consejo de Europa (PACE), la Asociación de Administradores Electorales de las Islas del Pacífico, Australia y Nueva Zelanda (PIANZEA), el Centro Carter, el Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL) y la Comisión Europea.

Fuente: Diálogo Político

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