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Alternativas ante el proceso electoral: Participar o actuar de contralores

Por José Carlos Rodríguez
Desafíos para un Paraguay con más democracia
Decidamos, 2007

Acabo de escuchar un chiste bastante simpático. Alguien dijo, ¿por qué se habla tanto de coyuntura y no se habla más de estructura? ¿Se debe a que ya no hay más estructuras en Paraguay, estamos desestructurados? La otra posibilidad es que no haya más coyuntura porque la estructura se mantiene y no cambia.

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Transición con escasa participación de la sociedad civil

Si esto decimos, es que realmente no estamos distinguiendo muy bien entre lo que es estructura y lo que es coyuntura.

Vivimos una transición democrática. Bajo la dictadura, no hubo nunca la menor oportunidad de cambiar al gobierno sin violencia. Desde el principio, el gobierno de Stroessner tuvo resistencias dentro del propio ejército, dentro del propio Partido Colorado. La Junta de Gobierno del Partido Colorado fue disuelta, así como el Parlamento, cuando pidió al gobierno que levante el Estado de Sitio. Hubo oposición sindical en el ’58, una huelga general, posteriormente hubo oposición campesina con las ligas agrarias, también oposición guerrillera, al menos en dos grandes etapas, pero, el régimen se mantenía por la fuerza.

La caída de la dictadura no fue un logro de la sociedad civil, sino del propio entorno de Stroessner. Pero la lucha de 35 años logró salvar la dignidad de nuestra nación. Peor que haber sido derrotados hubiera sido no haber luchado. En ese sentido, fuimos factores de cambios, salvamos la dignidad. No se puede decir que todos fuimos Stronistas, como se suele decir cuando no hubo oposición de masas en el caso de la dictadura de Hitler en Alemania, adonde a todos los alemanes se los relaciona con Hitler.

Esta transición desde adentro tiene un enorme costo. Fue una transición sin alternancia y una transición donde pocas cosas «transitaron» y en muchas cosas no «transitamos», como el tipo de Estado paraguayo que todavía es más para el funcionario del Estado que para el ciudadano.

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Estado prebendatario, partidos clientelistas

Nos encontramos ante la posibilidad de una alternancia. Y eso es fundamental. No creo que Juan Carlos Wasmosy haya sido intrínsecamente malversador, que Nicanor Duarte Frutos sea intrínsecamente aprovechado; lo que parece obvio es cuando “se debe gobernar” el país a través de un aparato que esta construido en forma perversa, se “debe” incurrir en este tipo de acciones. De lo contrario “uno” pierde el poder. O se cumple las reglas de juego del poder o se lo pierde. Ese es el continuismo.

Con la (lamentable) tradición político – institucional heredada; para ser dirigente político del Partido Colorado y tener la posibilidad de maniobrar entre las líneas políticas de los favores políticos, comprar a este, neutralizar a aquel (oviedistas, estronistas etc.) uno tienen que, por ejemplo, necesariamente, ser millonario. Esto da cuenta de un Estado que tiene una lógica que es perversa, un Estado que no está para el bien común sino para el bien particular, ese es el pa’a que nos dejó la transición. La palabra pa’a (cuello de botella, trancada) no es muy académica, pero es bastante adecuada, en este sentido: estamos enfrentado a la incapacidad de trascender los límites internos de la mecánica implantada del poder que no puede combatir contra sí mismo.

Los partidos opositores entraron a veces en el mismo juego, por ejemplo, cuando Laino –todavía en la época de la dictadura– planteó retirarse del proceso, o sea, dejar el parlamento; inmediatamente la discusión se centró en cómo mantener el Partido Liberal Radical Auténtico, porque los parlamentarios, senadores y diputados tenían salarios y de ahí salían cuotas de los parlamentarios que eran el 60%, 70% del presupuesto del Partido Liberal Radical Auténtico.

El amigo Rafael P. uso la frase de “partido presellado” en este sentido: cuando tuvieron lugar las elecciones, Andrés Rodríguez tenia miedo que la gente votara por un lado para presidente y por otro lado para parlamentarios. Entonces mandó presillar las boletas para candidato Presidencia con las boletas de voto para el Parlamento. Era más difícil separarlas. Entonces al colorado lo llamó el Partido Presillado. El peligro alcanza un tanto a los partidos opositores, que sean también “presillados” –entre comillas—. Que estén colgados al cordón umbilical del Estado y que no tengan capacidad de funcionar sino y en la medida en que tengan una participación y obtengan plata, y obtengan funcionarios en el propio Estado, lo que les provea de operadores políticos. El Estado prebendatario permite su empleo clientelista y al revés. El clientelismo reclama un prebendarismo de Estado. Ciudadanía presillada a un partido presillado.

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La posibilidad de la alternancia

El Partido Colorado fue disminuyendo su caudal electoral –no muy dramáticamente– pero fue disminuyendo, debido al quiebre y sus tensiones, sumadas a las disidencias, no necesariamente democráticas –disidencias al fin. El punto de partida de Andrés Rodríguez con 72 % de votos, los records posteriores con 55% de votos, parecen ser ya pretéritos. Con la separación del oviedismo y otras disidencias como ser el grupo Stronista que resurgió, es difícil que alcancen estos porcentajes. Esa solidaridad de perro de estancia, como alguien la llamó — los perros de estancia se pelean entre ellos hasta aparezca uno afuera, ahí se unen– todo el mundo se une en contra el perro de afuera, esa solidaridad de perros de estancia está resquebrajándose y hoy es posible que lleve a resultados electorales peores.

El partido Colorado sigue siendo el principal partido, con más votos que otro. Pero, con la diferencia que hoy tiene frente a la oposición, hay una solida sensación de que, si hay una concertación, la alternancia es una posibilidad. Si se unen todos, si se une el candidato con mayor intención de votos, con el Partido Liberal y con los oviedistas y patria-queridistas, existe una posibilidad, de cambio del gobierno. No es que este garantizado el triunfo tampoco, pero existe una posibilidad y esa posibilidad la ven todos. Esto alarma, sobre todo al oficialismo.

Nosotros quisimos alternancia. Con Caballero Vargas muchos estaban convencidos del cambio. Otros no, sobre todo los que teníamos encuestas más sutiles y que no se publicaron. Aún así, la mayor parte estaba entusiasmadísima, creidísima. Aquello no era sólido. Ahora, los que tienen miedo son los mismos colorados. Ese miedo colorado es el mejor barómetro, la mejor encuesta que señala que por algo será, porque ellos si manejan el aparato político y ellos si saben cuando están ganando y cuando están perdiendo. Tienen miedo precisamente porque hay posibilidades de que pierdan.

Eso no significa que las cosas estén armadas. Fernando Lugo acaba de dejar de ser Obispo, no tiene ideas claras de cómo se hace política, no tiene un aparato político propio. En la última manifestación, si consideramos esas 12.000 personas que estuvieron, la mitad eran oviedistas, había como 2000 liberales, y varios de Patria Querida, si a ello le sumamos los curiosos, los soportes de Lugo, Tekojoja, y Paraguay Posible, no atrajeron más que 2 mil personas.

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La agenda de gobierno

La candidatura tampoco es muy clara para los demás partidos opositores, grandes cosas no están puntualizadas. Mas que los grandes programas hoy no convencen muy seriamente a nadie –porque ya se hicieron y ustedes saben que los grandes programas se cumplen a medias, se copian al por mayor– lo que es importante y no existe es el compromiso político de algunas cuestiones centrales. Una agenda de gobierno que diga cómo y con quién Lugo va hacer qué cosa. Impuestos, políticas sociales (contra las desigualdades), educación, salud, inversión social.

Por ejemplo, el tema de corrupción, es claro que hay que sacar a la corrupción del Estado, pero cómo lo va a hacer es lo que se debe definir. ¿Cómo se va a eliminar la corrupción existente en Aduanas, qué va a pasar con las empresas del Estado, con Itaipu y Yacyreta, Ande, cómo se va a intervenir de tal manera a que no responda sólo a intereses del poder?

Eso es posible plantear, porque hay gente que tienen experiencia, incluso estadistas que tuvieron experiencias de Estado y pueden decir exactamente a quién hay que ‘reventar’ en termino de roscas de corruptos. Porque los problemas también tienen nombre y apellido y tienen ‘institucionalidades’ clandestinas pero que son institucionalidades. No es que se roba nomás. Si “se” roba, es que roba fulano, mengano y perengano. Hay que tener es mecanismos para interceptar concretamente –a partir de vías de poder– al fraude del Estado. Contar con medidas, y saber cómo y con quién se va a trabajar. Esto significa tener un mensaje muy claro sobre temas centrales. 5 años no dan para cambiar el país, pero se puede enderezar las cosas y cambiar la dirección del proceso, porque eso es lo que hay que hacer.

Otro tema fundamental, el impositivo. En Paraguay los ricos-ricos no pagan impuesto y si pagan, pagan poquísimo. Por ejemplo, no hay impuesto a la renta para la soja y sin embargo es donde mas plata se gana. El tema impositivo debe ser transparentado mucho más allá de la ley de Adecuación Fiscal que es muy puntual. El Paraguay tiene una carga tributaria muy baja, de las más bajas de América, por tanto, es un Estado que no saca plata a los ricos porque darle plata los pobres. Cualquier país del mundo saca su plata del impuesto a los ricos, los otros no tienen para pagar los impuestos. Sin sacar plata de los ricos no hay plata en el Estado. En Paraguay que necesita hacer políticas publicas de verdad, porque tenemos coeficientes de pobreza crecientes del orden del 38 al 40 %. Ello requiere un esfuerzo inmenso.

Nicanor Duarte Frutos dijo que estaba muy contento porque la pobreza había bajado de 40 a 38%. Eso no es resolución, se sabe que el coeficiente de error suele ser de 4 a 5 %, estas cifras no son una mejoría todavía. Además no se puede bajar la pobreza a índices razonables sin contar con una política de Estado de verdad, sin políticas públicas y recursos, eso no se puede hacer.

Comprometerse en una nueva administración a cómo se va a llevar a cabo combates eficaces en contra de la pobreza y en general de la desigualdad, es necesario. Para esto se debe tener claro cómo se va a hacer y con quién; de lo contrario los acuerdos van a ser luchas contra la pobreza, reforma del Estado, fomento de la educación, etc., etc., quedan en intenciones. Eso no alcanza, hay que tener compromisos duros que en 5 años si se pueden cumplir, eso es una agenda de gobierno.

El Presidente Jimmy Carter, visitó Paraguay y estuvo con nosotros por el tema de Sakã, una vez dijo algo así “me equivoque porque yo pensaba que se podía hacer desde el Gobierno 7 cosas y me dijeron mis asesores no, el ejecutivo no puede tener en su lista de tareas más de 3 o 4 grandes temas”.

El tenia 7 puntos, entonces no pudo ‘priorizar los 7 puntos. Pudo implementar el tema de los derechos humanos, se le armó un lío en otras cosas, pasó a la historia por ser un hombre con ideales y no como por ser un hombre habilidoso, eficiente. No tenia esos ejes concretos como lo tiene aquel que desee ser candidato a presidente de la Republica. Y hablamos de alguien con mas experiencia que Lugo, en el país de mayores recursos del planeta.

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Los costos de la alternancia

Con la alternancia existen posibilidades, también costos altos, como los hubo con la transición democrática. Tuvimos que aceptar a un narcotraficante general y asesino. Era peor continuar con la misma dictadura. Ahora el costo se traduce en varias cosas.

Sin oviedistas hay poca posibilidad de alternancia, con ellos dormimos con el enemigo. Estuvieron en el gobierno y armaron un caos, mataron a gente –nosotros estábamos ahí presentes, nos manchamos las manos de sangre– y no fuimos quienes disparamos, sino los disparados, la vivimos, no nos contaron esta historia. Lo mínimo con los oviedistas es tener cuidado y un árbitro, porque se va a hacer un pacto con el diablo, se necesita mínimos recaudos, a ver cómo evitar la altísima probabilidad de que haya traición y sabotaje.

Lino Oviedo no solamente intentó reventar a sus adversarios, reventó a sus amigos, es su costumbre. Destruyo a Raúl Cubas2 Grau lo reventó, mientras estaba mirando su televisión, al hermano de Cubas que estaba como Ministro del Interior. Intentó dar un golpe contra Wasmosy… Estos hechos deben ser encarados seria y políticamente, institucionalmente, con un sistema de control, una fórmula para intervenir urgentemente ante la previsible traición y el posible boicot oviedista.

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Opciones

Este panorama deja dos alternativas razonables: una es la participación con algunas cuestiones fundamentales como el control, un programa mínimo que sea fuerte no con grandes promesas sobre grandes cosas, sino medidas concretas sobre las cosas principales. Otra alternativa es tener una posición testimonial y de control externo, o sea, no entramos, no apoyamos, nosotros vamos a ser de contralores.

La alianza entre la izquierda y la derecha no es la primera vez que ocurre en la historia de la Republica; en 1928 hay un manifiesto muy conocido de los hombres libres, etc. que mezclan fascismo con comunismo y anarquismo; la Revolución Febrerista mezcló a fascistas con socialistas. Tener ex OPMs con un ex tiradores contra los jóvenes de la Plaza de Marzo Paraguayo no es novedad, pero lo que hay que hacer es aprender de la historia.

En 1936, mientras que el gobierno estaba deportando a los comunistas, los comunistas ellos seguían diciendo que “estámos haciendo la revolución democrático burguesa”. Ni democracia ni burguesía, eso fue una revolución militar, sin burguesía, ni democracia. Había ‘tregua política’ por Decreto del Poder Ejecutivo, tregua política significa proscripción de la oposición, ¡no se estaba fabricando una democracia!

Vale la pena plantear dentro de la participación: ¿qué medidas concretas se van a tomar para que valga la pena tragarse un sapo descomunal, que no es un sapo sino un caimán. Tenemos como un “Yopará ideológico” histórico en Paraguay en donde mezclamos todo y creemos que todo se puede mezclar. Luego nos preguntaremos por qué será que no salió bien.

Una posición testimonial, de contralor o tribunal externo hoy es completamente legítima: –Les recuerdo a los señores que no se entusiasman demasiado, que determinadas promesas, determinados compromisos públicos tienen que ser éticos y tienen que ser cumplidos”.

Es bastante difícil de elegir con fundamento entre las dos posiciones. Ellas son necesarias y legitimas para la gente que tiene un compromiso incondicional con la democracia, con la justicia con la solidaridad, con la igualdad y que no quiere engatusarse con proyectos que diciendo «Síganme los buenos», no indican la hoja de ruta, o diciendo «Vamos a ir al norte» apuntan al sur. Lo que puede ocurrir.

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Por José Carlos Rodríguez

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