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Crisis y vigencia de los partidos políticos paraguayos. ¿A quiénes representan? – Parte II

By 15 julio, 2021No Comments

Myriam Yore
DECIDAMOS

Partidos políticos paraguayos, estructuras organizativas oligárquicas, orientados a la supervivencia

Para un abordaje de carácter empírico que busque explicar por qué los partidos políticos paraguayos, en particular los tradicionales, a pesar de sus crisis, mantienen su vigencia y arraigo en el electorado; a quiénes representan los partidos políticos paraguayos, será útil apelar al enfoque organizativo, que percibe a los partidos políticos a través de su organización interna.

En la actual coyuntura, ni la base social que los integra, ni su orientación ideológica, pueden explicar por sí solas, la permanencia de ambos partidos centenarios, a pesar de su crisis de representatividad. La estructura organizativa asume una mayor capacidad explicativa que la clase y la ideología. Desde esta perspectiva, es posible intentar algunas respuestas sobre la vigencia y el rol de los partidos políticos tradicionales, la ANR y el PLRA, que controlan el sistema bipartidista con la hegemonía del Partido Colorado, oligopolizan la competencia electoral y se reparten los cargos en el Estado.

En particular, es útil el modelo de evolución organizativa de los partidos políticos planteado por Panebianco, para comprender la transformación que han tenido estos partidos tradicionales de masas, a lo largo del tiempo y explicar en qué se han convertido: en estructuras organizativas electorales orientadas a supervivir para potenciar candidaturas de clanes familiares que se perpetúan de una generación a otra en los cargos, partidarios y públicos, en la esfera estatal.

Mirando en retrospectiva, la historia política independiente del país, desde la formación de los dos partidos tradicionales, el Colorado y el Liberal (hoy PLRA), en 1.887, ha estado marcada por un sistema de dominación hegemónico y excluyente, con uno u otro de los partidos controlando alternativamente el poder político por largos períodos, salvo dos breves interregnos (de 1936 a 1937 y de 2008 a 2012).

Tanto la ANR como el PLRA nacen bajo la conducción de las élites dirigentes de la época (intelectuales, profesionales liberales, militares y terratenientes), como partidos policlasistas1, con una amplia y heterogénea base social, principalmente campesina2 y con una orientación ideológica liberal3, en sentido doctrinario amplio, más conservador en el caso del Partido Colorado. Bajo el régimen de la dictadura de Stroessner, aun podía sostenerse que el elemento distintivo de cada partido era básicamente su orientación ideológica.

En una fase inicial, los partidos políticos tradicionales, Colorado y Liberal, se conformaron como sistemas de solidaridad orientados a la realización de sus fines oficiales en cada momento histórico (la “reconstrucción de la patria”, tras la Guerra de la Triple Alianza, la vigencia de la democracia, etc.), en correspondencia con el modelo “racional” de organización.

Sin pretensión de establecer el momento histórico concreto en que pueda situarse el proceso de institucionalización-consolidación de dichos partidos, a través del cual se da la transición del primer momento al segundo, puede afirmarse que en las últimas tres décadas los partidos tradicionales devenidos claramente en sistemas de intereses, desarrollaron tendencias sostenidas a la oligarquización y se desplazaron cada vez más en la dirección del modelo del “sistema natural”, cuyo fin primordial es la autoconservación, la supervivencia organizativa y con ello, la preservación de las posiciones de poder y privilegios de su dirigencia y su militancia.

Es como dice Panebianco: “…el paso de una fase de fluidez estructural inicial, cuando la neo-nata organización se halla aún en construcción, a una fase en que al estabilizarse, desarrolla intereses estables en la propia supervivencia y lealtades organizativas igualmente estables” (Ibidem).

En este sentido, en ambos partidos disminuyen tendencialmente, los rasgos de una “comunidad” de iguales originaria, en la que los fines de los participantes coinciden, un sistema de acción con vistas a la solidaridad entre los actores, sustituida gradualmente por una sociedad en la que los fines de los participantes son divergentes, un sistema de acción con vistas a los intereses del actor.

Desde el punto de vista organizativo se los caracteriza como meras estructuras electorales, vaciadas de contenido ideológico y programático, erigidas en plataformas para el patrocinio y lanzamiento de candidaturas a cargos públicos. Como señala la teoría de Pizzorno, en el primer caso prevalece la cooperación para la realización del fin común. En el segundo caso prevalece la competición para la satisfacción de intereses divergentes.

Siguiendo el modelo de Panebianco (1990), se puede interpretar la transformación de los partidos tradicionales. Han pasado de una fase en la que prevalecía la distribución de los incentivos colectivos relacionados con la formación de la identidad organizativa y se daba una participación del tipo movimiento social. A otra en la que predominan la distribución de los incentivos selectivos relacionados con el desarrollo de una burocracia y se da una participación de tipo profesional.

Han pasado de una fase en la que la ideología organizativa era manifiesta (los objetivos eran explícitos y coherentes) a otra en que la ideología se ha transformado en latente y los objetivos son vagos, imprecisos y contradictorios.

Donde además desde una fase en que la libertad de elección de los líderes era amplia porque les correspondía la definición de las metas ideológicas del partido, la selección de su base social y, el modelar la organización en base a aquéllas y sobre esta base social, pasando a otra en la que la libertad de elección de los líderes se reduce drásticamente condicionada por las exigencias organizativas propias de un partido ya consolidado.

Del mismo modo, de una fase en la que prevalecía una estrategia agresiva orientada a dominar y transformar el medio en que se desenvuelven, característica de una organización en formación que debe abrirse camino en medio de otras organizaciones concurrentes y conquistar una cuota estable del mercado. A otra en la que predomina una estrategia de adaptación, propia de una organización que, ya consolidada como sistema de intereses, tiene mucho que perder con una política agresiva y aventurera.

Actualmente, ambos partidos tienen un bajo perfil ideológico y programático; características muy asociadas al clientelismo predominante, de gran relevancia en la vida política nacional; los partidos paraguayos son fundamentalmente definidos como prebendarios-clientelares. Ello implica que, si bien mantienen una base social de apoyo, con una militancia y un electorado cautivo, éstos -operadores rentados y votantes-clientes- responden tendencialmente, cada vez más, a motivaciones crematísticas y prebendarias, que a fidelidades o lealtades partidarias, lo que expresa la crisis de representación en que están sumergidos.

En síntesis, los partidos políticos tradicionales se han convertido, como se dijo, en poderosas estructuras organizativas oligárquicas, orientadas fundamentalmente a su conservación, a supervivir, como medio de su dirigencia para mantener sus posiciones de poder y privilegios en la esfera estatal.

Nótese que los resultados de las recientes elecciones internas partidarias, con vistas a los comicios municipales de octubre 2021, proyectan el mismo resultado histórico, a pesar de la innovación con el sistema de listas desbloqueadas inaugurada. Que ambos partidos renovarán el control de los espacios de poder territorial, a nivel de los gobiernos locales de todo el país, a través de sus representantes en los ejecutivos y legislativos municipales. Con predominio de la ANR, por el mayor caudal electoral cautivo que representa el funcionariado público y el manejo de los recursos del Estado a discreción y sin control.

1.Partidos policlasistas: los partidos son vistos como el instrumento político de un movimiento de integración policlasista, nacional y/o popular, que licua las diferencias de clase y procesa el conflicto de manera vertical.
2.Para muchos autores, lo que define a un partido político es la clase social que lo integra.
3.Quienes sostienen que el elemento distintivo de cada partido es su orientación ideológica, afirman que es el objetivo de la organización, y no su composición social, lo que determina su accionar. La principal tipología, entonces, se construye en torno al par derecha versus izquierda.

Referencias bibliográficas

Alcántara Sáez, Manuel (1997). “Las tipologías y las funciones de los partidos políticos” EN: AA.VV. Mella Márquez, Manuel –editor-. Curso de Partidos Políticos. Capítulo II. Madrid: Akal Ediciones.

Lijphart, A. (1999) Las democracias contemporáneas. Un estudio comparativo, Barcelona, Editorial Ariel, Caps. 1-2.

Malamud, Andrés (2000) “Los partidos políticos”, en Pinto, Julio (comp.). Introducción a la Ciencia Política, Buenos Aires, Eudeba. UBA. Cap. 7.
Manin, B. (1998) Los principios del gobierno representativo, Madrid, Alianza, Introducción y Cap. 6.

Panebianco, A. (1990) Modelos de partidos, Madrid, Alianza, Caps. 1 y 14.