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Participación y contestación ciudadana en un cuarto de siglo de transición

«Seminario internacional ACIAGAS:  Conmemoraciones Paraguay, Guatemala, dictaduras,  contrarrevoluciones y populismo.»
La democracia en Paraguay 25 años después, mayo de 2014
Ponencia de Milda Rivarola
DECIDAMOS, Campaña por la Expresión Ciudadana

Desde la perspectiva del tiempo histórico, 25 años es un tiempo suficientemente largo, un cuarto de siglo con todos sus procesos internos. Me gustaría analizar ese lapso en base a ciclos, buscar los periodos internos que pudo albergar. Básicamente, existe un primer ciclo de recuperación, de auge, marcado por transformaciones legales e institucionales y un marcado entusiasmo ciudadano, desde el 89’ hasta el ‘98 o el ‘99. Este es sucedido por un periodo de crisis, cuyo inicio podría datarse en el Marzo Paraguayo y llega hasta el proceso electoral del 2007/2008. Y finalmente, algo que al ser más cercano nos resulta más difícil de entender, que puede denominarse como una segunda primavera democrática.

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El primer periodo, el de auge inicial, incluyó una recomposición clara de movimientos sociales clásicos, revivió el movimiento campesino, se multiplicaron, del movimiento sindical, las huelgas y manifestaciones. Surgió también un movimiento estudiantil, no el más clásico del periodo stronista, centrado en la universidad, sino el movimiento secundario, con la lucha por el boleto estudiantil de donde surgen el MOBE y las campañas de resistencias al servicio militar obligatorio. Este nuevo movimiento no llega a legar una “descendencia universitaria”, pero si genera un importante grupo de dirigencia social y de liderazgos jóvenes políticos.

Hay también un movimiento ciudadano, no referido a intereses sectoriales sino a reivindicaciones ciudadanas mismas, que inicialmente se centra en el control del proceso electoral. Estas acciones están lideradas por Decidamos, por Saka, que logran convocar un número importante de voluntariado, jóvenes interesados en controlar la pureza de los procesos electorales nuevos en el país. El clivaje de mentalidades, la ubicación ideológica de esos movimientos era claramente todavía de democracia versus dictadura, y dentro de esa constelación llamada democrática, no se daba aún un posicionamiento de bloques izquierda derecha sino sencillamente el de demócratas contra los resabios muy evidentes en ese entonces del stronismo.

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Periodo de crisis

Del periodo de crisis, la escritora Lía Colombino sostuvo que el movimiento social paraguayo hace grandiosa epopeya, es “epopéyico” o no hace nada. Ese sesgo fue obvio en el Marzo Paraguayo. De alguna manera la coalición de fuerzas en ese proceso reflejaba la indefinición ideológica previa, no había derecha, no había izquierda, sólo los demócratas contra las facciones de ultraderecha que habían surgido al final del periodo anterior. En esta etapa crecen la pobreza, la emigración de largo alcance al exterior, aumentan las desigualdades y sube porcentualmente el ausentismo electoral. El fenómeno de participación política, básicamente electoral del primer periodo, pierde completamente fuerza. La participación electoral cae del 80% (1998) a 40% (2000),  la recesión económica golpea con fuerza al entusiasmo ciudadano y electoral anterior.

El movimiento social cuya lucha va a perdurar, que será el más combativo y al mismo tiempo el más duramente reprimido, es el campesino, que se opone a las radicales transformaciones de la globalización sobre la sociedad y la economía paraguaya, enfrentándose a la expansión del agro-business, a los graves daños ambientales, a la concentración de tierras y a la expulsión poblacional que sucedió en este cuarto de siglo. Curiosamente, el único movimiento social nuevo que surge en este periodo de crisis es uno muy trasgresor para las mentalidades tradicionales subsistente hasta hoy día, el movimiento gay – lésbico- transgénero que surge del 2000 para adelante, como un fenómeno inédito en el país.

Desde el 96’ – 97’ en adelante, y sobre todo después del Marzo paraguayo, resurgen -según Marcello Lachi- los partidos políticos ideológicos. Además del Colorado, el Liberal y del Encuentro Nacional, partidos “catch all” de derechas, pero sin posicionamiento ideológico definido, se forman  varios partidos de izquierda definidos como tales (PPS, Patria Libre, etc), se fortalece el de ultraderecha (Unace) y surge otro demócrata cristiano (Patria Querida).

Pero los movimientos sociales como tales entran en crisis de organización y movilización, golpeados tanto por la crisis económica como por el gobierno de González Macchi, desastroso resultado político de su gran gesta, la del Marzo Paraguayo. El movimiento sindical entra en crisis casi terminal, los otros sobreviven en latencia.

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La Primavera democrática

El proceso electoral que abre la tercera etapa, la de la primavera democrática, conlleva esa carga de crisis del movimiento social del ciclo anterior, y arrastra algo de la indefinición ideológica del primer periodo. Lo que sucede con la victoria de Lugo es que hay una muy rápida y agresiva reagrupación de los sectores de derecha, agroexportadores, empresarios, medios corporativos de prensa, partidos tradicionales, contra lo que percibieron como riesgo del status quo y de sus intereses. No sucedió lo mismo entre sectores populares y de izquierda, incapaces de articularse políticamente o de movilizarse socialmente en defensa de un gobierno más abierto o próximo a sus demandas.

Fue bastante característico lo que sucedió dentro del más antiguo y persistente de los movimientos, sociales: el movimiento campesino. Plantearon “vamos a hacer una tregua, no vamos a movilizarnos exigiendo a este gobierno, suspenderemos las ocupaciones de tierras y los cierres de ruta porque podrían ser utilizados como excusa por la derecha para tumbar nuestro gobierno”. Se dio una apuesta “oficialista” del movimiento social, una suerte de latencia, de expectación pasiva y tolerante. El Gobierno Lugo, o sus ministros, harían o deberían hacer los cambios “desde arriba”, sin presión popular.

Parece también evidente que se dio una partidización de la antigua dirigencia social, al haber muchos partidos en la coalición de gobierno, también líderes, hombres y mujeres de los movimientos sociales, entraron a militar en los partidos de izquierda y en la administración pública, que carecía de una burocracia apta para llevar adelante las trasformaciones. Pero lo evidente tras el golpe del 2012 (las comparaciones se imponen), es que los mejores ministros y ministras del Gobierno Lugo surgieron de los movimientos sociales anteriores. El Paraguay contaba con un acervo de liderazgo de las movilizaciones anteriores, e incluso de movimientos sociales del periodo stronista, con buena capacidad de dirigir políticas públicas.

Queda por debatir la impotencia de esa fuerza social -debilitada desde el 2000- en contrarrestar la agresiva guerra que hicieron la derecha parlamentaria, los sectores empresariales y los mass-media a ese gobierno. Y su incapacidad de posicionar temas o de sumarse a políticas vitales para la sobrevivencia y  desarrollo de esa primavera democrática, como eran las reformas tributarias, una mayor inversión en políticas sociales, la desconcentración de la propiedad agraria, el combate al prebendarismo, etc.

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El Golpe de 2012

Un efecto incontestable del golpe de junio de 2012, de la ruptura de esa primavera democrático, fue un claro clivaje en la sociedad, que es ya ahora de izquierda a derecha. Y no tanto porque la izquierda se autodefine o reconozca autónomamente como tal, sino porque en esos cuatro años ocurrió- y sigue existiendo con mucha fuerza- la rápida y violenta coalición de la derecha paraguaya. Que impuso temas clásicos de la derecha: el odio a los pobres, la xenofobia en las relaciones internacionales, el posicionamiento pro-terrateniente y anti-campesino, la exclusión agresiva de las diferencias, la destrucción de instituciones públicas de cultura, etc.

Finalmente las posiciones progresistas o de izquierda se hicieron explícitas y asumidas tras ese golpe tan destructivo de la democracia paraguaya. Pasaron muchos meses luego de junio del 2012 antes de la recomposición lenta de los movimientos sociales, con la huelga general de marzo del 2013. Recién allí se dio una rearticulación de movimientos que estaban golpeados o muy dispersos hasta ese momento. En mi opinión, ese resurgimiento está dándose sin haber hecho el necesario debate del rol de los movimientos sociales antes y durante el gobierno Lugo.

Como un nuevo espacio o medio de debate desde el 2012 en adelante, el de las redes sociales, donde ya existe hoy un debate social y político, e incluso miradas autocríticas respecto al pasado reciente. Y como tema innovador, una cuestión que era particular a un movimiento social, la ambiental, la lucha contra los anti agro-tóxicos, etc., que pasó a convertirse en un tema socialmente relevante. Hasta hace poco parecía un problema específicamente campesino, que no importaba demasiado a sectores urbanos. Y hoy afecta también a sectores antes indiferentes, conmovidos por las graves consecuencias de la escalada de destrucción ambiental de los últimos años».

Milda Rivarola

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